Gestión de la práctica
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45 minutos de lectura
Ideas prácticas basadas en evidencia para diseñar una práctica dental que calme incluso a tus pacientes más ansiosos.
Se cree que la ansiedad dental afecta, en distinto grado (1), al menos al 48 % de la población de Reino Unido. Para los pacientes, esto puede dar lugar a evitar el tratamiento, a la progresión de las enfermedades en ausencia de controles y a un mal estado de salud bucodental (2). Para los odontólogos, según una reciente encuesta de Septodont, trastorna las programaciones, conlleva un gasto de tiempo y dinero y repercute en la satisfacción con el trabajo.
Los odontólogos reconocen la importancia de controlar la ansiedad, y de hecho existen innumerables estrategias prácticas orientadas a su control durante los tratamientos, como el uso de anestésicos tópicos antes de una inyección. Sin embargo, desde la perspectiva del paciente con ansiedad, estas intervenciones se introducen tarde en el tratamiento. A continuación se explica cómo un diseño consciente y considerado de la consulta puede ayudar a calmar a los pacientes desde que entran por la puerta.
«Diseño comprensivo» es un término acuñado por el Dr. Roger Ulrich, un renombrado científico del comportamiento e investigador de la arquitectura sanitaria(3). Ulrich describe el diseño comprensivo como la aplicación de lo siguiente:
Estas características están diseñadas para promover la percepción de control, el apoyo social y la distracción positiva; los dos últimos elementos han demostrado ser especialmente eficaces para reducir la ansiedad (4).
Aunque gran parte de su investigación (y las investigaciones posteriores inspiradas en ella) se centra en el entorno hospitalario, los hallazgos de Ulrich han generado una gran cantidad de recomendaciones basadas en la evidencia en relación con el diseño que pueden aplicarse en distintos contextos asistenciales, incluida la consulta odontológica. A continuación se explica cómo hacerlo.
Para un paciente con ansiedad, la inquietud asociada a una visita al odontólogo comienza en el momento en que se da cuenta de que la necesita. Para cuando pide una cita y acude a la consulta, el paciente puede llevar semanas o incluso meses acumulando una sensación cada vez mayor de temor. Cuando llega, puede mostrarse especialmente sensible a elementos estresantes del entorno de la consulta, pero podemos ayudarle a relajarse mediante la eliminación de los principales elementos que ocasionan este estrés.
La consulta odontológica tiene un olor «clínico» distintivo que algunos pacientes pueden asociar con experiencias y emociones negativas. Se pueden reducir los olores desagradables utilizando productos de limpieza sin perfumes siempre que sea posible, almacenando los productos con olores intensos lejos de las zonas donde se encuentran los pacientes y manteniendo la consulta bien ventilada.
Algunas consultas también utilizan difusores de aceites esenciales, que pueden enmascarar los olores desencadenantes de la ansiedad y tienen un efecto tranquilizante sobre el paciente. El aceite de lavanda es muy popular y hay una gran cantidad de evidencia que respalda sus efectos ansiolíticos (5). También se han demostrado estos efectos con la manzanilla romana, el ylang ylang, la angélica y la naranja (6), mientras que otro estudio descubrió que la bergamota reducía la ansiedad en las mujeres que se encontraban en la sala de espera de un centro de salud mental (7).
El ruido en un contexto clínico puede causar estrés psicológico y fisiológico, de manera que los pacientes muestran ansiedad, irritación, aumento de la frecuencia cardiaca y elevación de la presión arterial (8).
En la consulta, el culpable más evidente es la turbina, pero hay muchos otros ruidos que pueden sobresaltar a un paciente con ansiedad. Hay que tratar de reducir al mínimo los ruidos siguientes para crear un entorno tranquilo:
Ulrich menciona pruebas significativas de los efectos negativos que puede tener un entorno oscuro y sin ventanas sobre el bienestar del paciente (3). En el otro extremo de la escala, las luces fluorescentes intensas también pueden resultar desagradables.
La solución ideal, siempre que sea posible, es inundar la sala de espera con luz natural. La exposición a la luz del sol aumenta los niveles de serotonina, un neurotransmisor que interviene en la regulación del estado de ánimo y del dolor. En un estudio con pacientes sometidos a cirugía de columna, aquellos expuestos a una mayor cantidad de luz solar comunicaron menos dolor y estrés y precisaron un 22 % menos de analgésicos (8).
Se puede aprovechar este efecto colocando los asientos cerca de las ventanas y eliminando cualquier obstáculo a la luz. Si la consulta no tiene luz natural, se recomienda, para crear un ambiente más relajante, utilizar lámparas de luz suave montadas en la pared, en lugar de luces intensas en el techo.
La ansiedad puede causar cambios fisiológicos, como elevación de la temperatura corporal y sequedad de boca, por lo que hay que proporcionar una fuente de agua y mantener la temperatura de la consulta fresca, sin llegar a resultar fría. Dependiendo del clima local, tal vez también sea conveniente instalar ventiladores, radiadores, deshumidificadores o purificadores de aire para controlar mejor la temperatura y la calidad del aire.
También es importante pensar que los asientos sean cómodos. Las sillas de plástico rígido no son agradables para nadie, pero los pacientes que ya tienen dolor, malestar o ansiedad probablemente se sientan más irritados aún por un asiento incómodo.
Algunos de los pacientes usan sillas de ruedas o andadores, y pueden experimentar ansiedad por tener que abrirse camino por espacios estrechos. Esto también es aplicable a los pacientes que acuden con sus hijos en sillitas. Hay que asegurarse de que la disposición de la sala sea cómoda para ellos mediante la creación de pasillos espaciosos y dejando un espacio amplio en las zonas de espera.
El desorden transmite una sensación de desorganización y puede aumentar la ansiedad. Resulta útil implementar una política de ausencia de desorden y proporcionar al equipo unas instalaciones de almacenamiento y desechos lo suficientemente amplias como para mantener un entorno ordenado.
En una consulta odontológica ajetreada, los pacientes a menudo acaban esperando más tiempo del previsto. A nadie le gusta esperar, pero en el caso de un paciente con ansiedad, esto significa más tiempo para preocuparse. Se ha demostrado que las distracciones positivas concentran la atención y la alejan del estrés, el dolor, las molestias, el aburrimiento o la agitación. (4).
Algunas fuentes habituales de distracción positiva en la sala de espera son la televisión, música, material de lectura y, para los pacientes más jóvenes, juguetes y juegos. Cada vez hay más consultas que ponen puertos de carga USB y conexión inalámbrica a internet a disposición de los pacientes, lo que les permite entretenerse como prefieran.
Cuando eligen la televisión o la música, los dueños de muchas consultas optan por un canal de noticias o por una radio local. No obstante, desaconsejamos estas opciones, ya que los canales de noticias, si bien sí que se les presta atención, a menudo transmiten contenidos con una elevada carga emocional y polarizantes. En cuanto a la música, la canción favorita de una persona puede ser una tortura para otra.
Las investigaciones indican que, para mitigar la ansiedad y el estrés, hay un tipo de contenido mucho más eficaz: la naturaleza. Se sabe desde hace mucho tiempo que la exposición a la naturaleza tiene un efecto positivo sobre la salud física y emocional (8). Este concepto sienta las bases de un respetado campo en el ámbito del diseño llamado biofilia, que incorpora elementos naturales para promover una sensación de bienestar.
Se puede aprovechar el poder de la naturaleza simplemente mostrando imágenes o vídeos de paisajes naturales en el monitor de televisión, o exponiendo obras de arte que ilustren escenas de la naturaleza. Las investigaciones demuestran que esto puede aportar unos efectos reductores del estrés medibles, similares a los que se obtienen cuando nos encontramos realmente en la naturaleza (4). Ulrich refiere que se ha demostrado que mirar escenas de la naturaleza mejora el estado de ánimo, reduce la presión arterial y disminuye la frecuencia cardíaca en tan solo cinco minutos (3). También se ha demostrado que las escenas que imitan a la naturaleza reducen la percepción del dolor y promueven unos mejores resultados posquirúrgicos (8).
En cuanto al sonido, sigue imponiéndose la naturaleza. Es bien sabido que escuchar música tiene un efecto positivo sobre los niveles de estrés y ansiedad, pero los investigadores que llevaron a cabo una revisión a gran escala sobre este tema se vieron sorprendidos por un hallazgo concreto: el hecho de escuchar una corriente de agua redujo los niveles de cortisol con más eficacia que escuchar música. (9).
Según parece, lo único que supera a las imágenes o los sonidos de la naturaleza es una combinación de ambas cosas. Varios estudios han demostrado que, cuando las personas observan imágenes de la naturaleza acompañadas por sonidos, el efecto de inmersión (y, por tanto, la capacidad de mitigar la ansiedad y el malestar) es incluso mayor (8).
Otras formas de incorporar la biofilia al diseño de la consulta son plantas, flores naturales, elementos con agua y materiales naturales, como piedra y madera. El uso de los colores también puede evocar la naturaleza; unas paredes blancas y desnudas pueden crear una sensación «clínica», mientras que unas tonalidades azules y verdosas claras que recuerden al cielo y al mar pueden generar una atmósfera más tranquila.
El apoyo social puede ser reconfortante y tranquilizador en momentos de ansiedad, pero la sala de espera de una consulta puede ser un lugar muy impersonal. Ulrich destaca que la práctica de disponer los asientos uno al lado del otro en filas puede inhibir las interacciones sociales. (3) En cambio, si los asientos se disponen en pequeños grupos flexibles, se puede facilitar la interacción, o al menos reducir la sensación de aislamiento que puede percibir el paciente.
También puede resultar beneficioso para los pacientes sentirse conectados con las personas que cuidan de ellos. Plantéate colgar en la pared fotos del personal sonriente con datos biográficos que los humanicen, para ofrecer a los pacientes un vistazo de quién es la persona real que hay bajo el pijama. Otra posibilidad es colocar fotos, cartas o tarjetas de pacientes satisfechos (con su consentimiento, por supuesto), o fotos de eventos que demuestren tus relaciones positivas con la comunidad local.
Un editorial publicado en 2019 en el British Journal of Medical Practitioners destacaba cómo la pérdida del control que experimentan los pacientes en un contexto asistencial puede contribuir a la ansiedad (10). Desde el momento en que pide cita para un tratamiento hasta el momento en que se sienta en el sillón dental, el paciente experimenta diversas amenazas a su autonomía personal. Algunas de ellas pueden ser verse obligado a faltar al trabajo, tener dificultades para encajar una cita a la que preferiría no tener que acudir, o tener que esperar mientras te pasas del tiempo previsto con el paciente anterior. El paciente puede sentirse nervioso y preocupado, y pensar que no tiene más opción que rendirse a estos diversos retos si quiere recibir tratamiento.
Entonces, ¿cómo puede ayudar el diseño del interior de la consulta? Está claro que no va a solucionar el problema de las agendas apretadas y las esperas prolongadas, pero puede reducir la carga que experimenta el paciente y devolverle cierta sensación de control sobre su experiencia.
Una solución posible es colocar orientaciones e indicaciones claras. Es fácil desorientarse en las consultas y edificios más grandes, sobre todo si el paciente está distraído por el dolor o la ansiedad. Ulrich recomienda utilizar una señalización clara para que los pacientes puedan encontrarte fácilmente (3). En la consulta, asegúrate de indicar claramente dónde están los baños, los dispensadores de agua, las zonas de espera, los puertos de carga y los materiales de lectura, todo ello en formatos accesibles, es decir, en letra grande y en los idiomas más hablados en la zona.
Otro aspecto importante que debe tenerse en cuenta es el nivel de control del paciente sobre los estímulos sensoriales del entorno, sobre todo en pacientes vulnerables a la sobrecarga sensorial, como aquellos con trastornos del espectro del autismo o trastornos de ansiedad. ¿Hay un lugar tranquilo donde el paciente pueda aislarse del ruido y que esté claramente señalizado? ¿Puede controlar el volumen de la música o la televisión, o es consciente de que puede pedir al personal que baje el volumen?
Hace falta cierto grado de esfuerzo e inversión para convertir la consulta en un lugar que elimine la ansiedad, pero Ulrich destaca que a menudo esto es más sencillo y menos costoso de lo que los odontólogos piensan en un principio (3). A la larga, igual que los numerosos investigadores que han utilizado su teoría del diseño comprensivo, Ulrich está totalmente de acuerdo en que todo ello aporta importantes beneficios, tanto al paciente como a la consulta.
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